//Evolución Sustancial (1ra parte)
Nos vemos en todo momento, sabemos de nuestra existencia y al parecer está implícito el hecho de que somos distintos al resto de los seres vivos; el hombre. Pero, ¿qué nos hacer únicos? La respuesta, por consiguiente, nos lleva a diferentes aspectos que van de lo físico a lo metafísico.
Primeramente, observamos al ser humano desde que nace. Éste no posee las características suficientes para valerse por sí mismo; nace casi ciego, vulnerable a cualquier enfermedad y sus extremidades no son lo suficientemente fuertes o ágiles para serles útiles. Ésta es la indigencia del hombre.
Otro aspecto por considerar es el hecho de que el hombre necesita modificar su entorno para adaptarse a él, y lo hace de tal forma que ha podido dominar la mayoría de los diferentes hábitats del mundo.
Más allá de la superficialidad de sus características biológicas, existen ciertas características que nos separan de los animales, y esto es nuestra capacidad de ser sujetos ante el objeto, es decir, saber que existimos y que somos un “yo” antes de todo lo demás. Ese “yo” se encuentra en un lugar y momento determinados; y esto también lo tenemos en mente. Trabajamos esa mente en base a símbolos que vamos interpretando a lo largo de nuestra vida y los evolucionamos en un lenguaje dejando a un lado la necesidad de la realidad física de las cosas para percatarnos de su existencia.
Utilizando su capacidad creativa, el hombre ha podido expresarse en el arte y, poco a poco, crear una cultura a lo largo de la historia. Hemos creado estilos de vida con el uso de la tecnología y conocimiento de las ciencias que nos han llevado a un continuo progreso.
El hombre no solo es mente creadora, también se hace preguntas más allá de lo explicable; es un ser ético y religioso. Buscamos un sentido a la vida y reaccionamos ante ello, pues tenemos sentimientos; y finalmente trascendemos.
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